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El jinete polaco y La conquista del aire

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Tanto El jinete polaco de Antonio Muñoz Molina como La conquista del aire de Belén Gopegui constituyen unas lecturas muy exigentes y apreciables. En los tiempos de la crisis, cuando se revalorizan las convicciones y prioridades, lo que verdaderamente cuenta es la importancia de las relaciones humanas. Ambas novelas son muy actuales en este sentido, como tratan de las relaciones entre gente y la fuerza de vínculos que están sometidos a muchas pruebas y un paso inevitable de tiempo. En ambos libros el lector puede seguir un juego de emociones y cambios que tienen lugar tanto en la mente de las protagonistas como en las relaciones entre ellos. Tratan también de memoria humana y del hábito a algunos fenómenos que tienen que ser confrontados con el paso de años. Aunque estas obras son un poco parecidos en cuanto a algunos detalles, tienen diferencias que permiten al lector conocer dos mundos distintos, llenos de emociones y problemas de otro tipo.

El jinete polaco empieza con una conversación de pareja: Manuel y Nadia, que están en una habitación en Nueva York. Están mirando unas fotos antiguas que presentan parientes y amigos de los amantes. Muchos años antes, un fotógrafo de Mágina, un pequeño pueblo andaluz donde nacieron las protagonistas principales, las sacó simplemente para ganarse la vida. No se daba cuenta de que las fotos constituyen un testimonio de la realidad de estos tiempos y que podrían servir para alguien como la recuperación de memorias.

El modo de construir la novela es muy original. Manuel cuenta la historia de su vida a Nadia, mirando las fotos. Sin embargo, el encuentro de dos amantes que tiene lugar en el presente constituye solamente un pretexto para hablar del pasado del pueblo de Mágina y también de toda España de estos tiempos. La historia contada por Manuel es fragmentada, caótica y desordenada, se caracteriza por saltos de tiempo. El lector tiene la impresión que lee un flujo de palabras expresadas con prisa para que no se pierda ningún detalle. No obstante, con cada siguiente pagina, los acontecimientos poco a poco se ordenan y construyen una historia llena de emociones y de pasión.

El eje principal de El jinete polaco es la relación de sentido entre pasado y presente. El protagonista principal durante toda su vida quiere huir de Mágina y de la realidad que no le da ninguna oportunidad de desarrollo intelectual. Al acabar los estudios, consigue por fin dejar su pueblo natal y empezar una vida nueva, pero nunca es capaz de huir de todo lo que ha experminetado en su infancia. Los recuerdos del pasado nunca van a dejarle en paz, como construyen su identidad. Todas sus experiencias tenían influencia a formar su carácter y a decisiones que tomaba. Para darse cuenta de este hecho nesecitaba conocer a Nadia quien le abrió los ojos al pasado y le ayudó encontrar su propia identidad, escuchando sus historias, añadiendo los detalles y presentando los mismos hechos de otra perspectiva.

Se puede observar un abismo enorme entre la realidad del pasado y del presente no sólo en cuanto a la familia del protagonista, sino también en modo de vivir y de pensar de la gente. Manuel cuenta de modo muy minucioso sobre sus parientes llenos de vida y les presenta como la gente muy compleja, con muchas caras y emociones. Recuerda sus apariencias físicas, reacciones, palabras, costumbres o incluso vestidos y gestos. Cuando vuelve a su pueblo después de muchos años de vivencias en otros países, se da cuento que todo ha cambiado. El tiempo es implacable: su familia se envejeció, la mayoría de la gente de la generación de sus abuelos falleció, su casa no es jamás llena de vida, sino de ancianidad, fatiga y enfermedades.[1] Las imagenes del pasado son tan fuertes que Manuel es casi incapaz de acostumbrarse a esta nueva situación y a tantos cambios. El pasado de su pueblo natal es mucho más coloreado e interesante, aunque no le tal parecía a protagonista en su infancia. Sus parientes, antes llenos de energía y de secretos, hoy en día son como las sombras de figuras del pasado. Con el tiempo todo cambia. La vida en todo el mundo ha cambiado. Todas las tecnologías son ahora más desarrolladas, algunos objetos han caído en desuso y han sido sustituidos por otros más modernos[2].

El tema de memorias es muy importante en El jinete polaco. El autor sugiere que las memorias determinan nuestra personalidad. Las memorias nos acompañan durante toda la vida, de algunos no se puede huir, aunque lo queramos. A veces tenemos en nuestra mente imaganes del pasado tan detalladas que podemos reproducir palabras o incluso cosas tan pequeñas como expresión de cara de alguien. Sin embargo, otras desaparecen para siempre y si tenemos suerte, alguien puede ayudarnos en recuperarlas y entenderlas. Hay tembién otros recuerdos, que se refieren sobre todo a traumas de nuestra vida que nunca van a desaparecer de nuestra mente.[3] Es curioso que sabemos sobre otras personas lo que ellos nos han dicho, lo que hemos escuchado de los demás, o lo que hemos visto con nuestros propios ojos.[4] Otros aspectos constituyen un misterio eterno.

El libro es muy original en cuanto a su forma. La narración no es lineal y se puede notar también cambios de narrador: en el presente tenemos el narrador de primera persona en el personaje de Manuel quien cuenta a Nadia sobre su pasado. Cuando la acción no se refiere directamente al protagonista principal y se cuenta sobre acontecimientos sobre los que Manuel no podía saber nada, aparece el narrador omnisciente de tercera persona. La construcción sorprendente de la trama tiene objetivo de introducir al lector en el mundo de escondrijos de memoria de Manuel y junto con él podemos hacer una viaje de búsqueda de su identidad.

El autor introduce efectos de memoria que sirven para construir un pasado muy fiel y creíble. En el relato sobre tiempos pasados se puede notar menciones sobre objetos de pasado, como por ejemplo una máquina de escribir[5] o una radio antigua[6]. Con el mismo fin, la narración tiene un ritmo muy lento y pausado, como ya he mencionado antes.

Cabe también mencionar el uso de lenguaje muy rico y pintoresco. El libro es lleno de metáforas rebuscadas apoyadas por epítetos extraordinarios. Se puede encontrar una serie de proverbios y canciones regionales de Mágina que permiten expresar el carácter único del pueblo y enriquecen el texto. La narración es llevada sin prisa, con ritmo muy lento. Un acontecimiento es a veces presentado de muchas perspectivas.[7] Este modo de contar, que tiene en cuenta varias dimensiones, ofrece una visión más completa y permite sobrepasar el conociemiento de Manuel. El sumplemento de hechos es indispensable para la comprensión de la personalidad muy compleja del protagonista principal que tiene su origen en el pasado, tanto el suyo como de su familia y todo el pueblo de Mágina. El jinete polaco abunda de descripciones minuciosas de sitios, gente y ambiente en el que todo acontece. Su precisión, plasticidad y esmero facilitan la creación de las imagenes en la mente del lector.

La novela de Muñoz Molina es una de muchos libros de autores españoles en la que se describe la Guerra Civil. Su desarrollo no es sin embargo presentado de modo directo. La guerra es intercalada en los vicisitudes de la fortuna de los protagonistas. Transcurre en el ritmo de la historia familiar y fue limitada en el texto solamente a los acontecimientos de Mágina y cuyos testigos fueron miembros y amigos de familia de Manuel. En el libro casi no hay datos ni números, la guerra constituye una experiencia colectiva de la gente. El modo de describirla no es directo, no se hace referencia a concretas battalas, nombres o hechos históricos importantes para el desarrollo de este conflicto. Su insensatez y atrocidad es escrita desde la perspectiva de habitantes del pueblo. La historia de toda la nación española, “cerrada” en la narración de algunas personas, se transforma en una experiencia más personal, que sobre todo influye a los individuos. Esta técnica de escribir permite al lector experimentar los acontecimientos en un ambiente más íntimo. Las descripciones desde la perspectiva de la gente, y no de toda la sociedad, crean una imagen un poco distinta, una imagen que difiere mucho de la visión de toda la nación, que es casi siempre, aunque involuntariamente, generalizada. La historia es presentada de paso, como un fondo distante para las acciones de protagonistas. El autor exige de sus lectores el conocmiento de la historia reciente de España para que puedan entender plenamente los motivos de comportamiento de algunos personajes, como por ejemplo la historia de padre de Nadia, comandante Galaz. Como un gran ausente, historia del país se encuentra en segundo plano de la trama. Gracias a esta técnica, de modo pérfido, su papel es incluso más importante. Es escondida y fragmentada entre los relatos de protagonistas, pero por esto el lector quiere hacer el esfuerzo de completar y ordenarla.

La lectura persuade a la reflexión sobre la naturaleza de tiempo y su transcurso.[8] Molina, de modo muy figurado, escribe sobre el paso del tiempo y sus efectos.[9] En mi opinión, las descripciones que se refieren a familia de Manuel y que presentan sus parientes como personas cambiados y devastados a causa de paso de años son chocantes. La novela me ha provocado a reflexionar sobre mis memorias que muy a menudo son dejados sin ninguna evaluación o prueba de interpretación. Hay que darse cuenta que nunca más será capaz a volver al pasado y que con cada día mi mundo es un poco diferente. Considero que se puede entender este libro como la vuelta al pasado en búsqueda de origen del ser humano. Hay que pensar sobre la evolución de la gente y de sitios de la infancia. Otra vez me he asegurado del absurdo de las guerras y las experiencias de protagonistas de El jinete polaco me parecen muy parecidas a lo que tuvo lugar en Polonia durante ambas Guerras Mundiales. El temor, la tensión, las lágrimas y perdida de las personas cuya cercanía significa más que cualquiera otra cosa.

La conquista del aire y El jinete polaco, a pesar de sus temas tan diferentes, tienen una característica común. En ambos casos, el eje de la trama lo constituye un elemento. En la novela de Muñoz Molina se trata de experiencias del pasado y un arquetípo de infancia; mientras que en el libro de Gopegui se dice sobre un culto de dinero que sustituye todos valores morales y cubren el verdadero sentido de la vida.

La novela de Belén Gopegui tiene una forma diferente que el libro de Molina. Esto es causado no solo por el modo de narrar, sino también por la selección de los personajes – tres amigos: Marta, Santiago y Carlos, que en las paginas del libro tratan de arreglarse en sus vidas muy a menudo aceptando compromisos de lo cotidiano. En La conquista del aire lo importante es el tiempo presente y lo que puede pasar mañana. Se rechaza el pasado y las memorias. Los destinos de tres protagonistas principales que giran en torno de un préstamo, constituyen un pretexto para “radiografiar” la sociedad moderna en la que gobierna el dinero.

La autora presenta en prólogo del libro ideas que guian su texto. Gopegui considera que la novela no puede servir solamente como la diversión para perderse en el mundo del libro con el fin de ovlidar sobre nuestros problemas. El libro debería ofrecer no solamente las emociones, sino también conocimiento, mostrar alguna dirección. La autora con consequencia realiza esta condición, ofreciendo al lector un texto que explica el mundo y que muestra la condición social en los finales del siglo XX. El libro verdaderamente muestra un cierto tipo de experiencia y precepto. La técnica de lograrlo consiste según la autora en basar la escritura en tres elementos: emociones, conciencia e inteligencia. El libro que contiene todos estos elementos se hace más completo y auténtico. Gracias a este procedimiento, el libro muestra alguna dirección, plantea preguntas a las que intenta encontrar respuestas. El objeto más importante de escritora es presentación de las relaciones entre gente y su influencia a la vida y comportamiento de otros, teniendo en cuenta establecida jerarquía de valores morales.

Merece la pena mencionar la estructura formal de La conquista del aire. Los acontecimientos son presentados cronológicamente, a veces hay algunas referencias al pasado, que es la diferencia más grande en comparación con el libro de Molina. Tenemos un narrador omnisciente que habla en tercera persona singular. Dicha narración es completada por los diálogos muy dinámicos. El equilibrio en proporciones entre descripciones de realidad y otros elementos hace la lectura muy agradable. Aparte de ello, los diálogos son construidos de modo sugestivo y parco que permite al lector fijarse en las emociones de protagonistas.  El lenguaje se caracteriza además por cierto tipo de moderación: no hay ornamentos lingüísticos, sino un lenguaje natural de la gente de España contemporánea. El narador es transparante, queda neutral y no expresa sus opiniones. El texto está escrito de un modo minimalizado: no se puede notar unas metáforas, juegos de palabras o comparaciones poéticas e inútiles en este caso. Este modo de usar procedimientos narrativos destruye la frontera de falta de claridad.

Una de las ventajas innegables del libro que atrae al lector es el modo de describir las emociones o pensamientos de las protagonistas. Su construcción muy bien pensada causa que los personajes pueden ser tratados como universales representantes de los tiempos descritos.

El jinete polaco de Antonio Muñoz Molina y La conquista del aire de Belén Gopegui tratan de los temas tan distintos pero de un modo absurdo también comunes. La novela de Muñoz Molina es mucho más íntima. Por encima de palabras y sus sentidos, se puede observar las experiencias propias del autor. No obstante, ambos textos se caracterizan por una análisis muy profunda de los personajes. Sus protagonistas son muy auténticos y perfectamente ajustados a los tiempos en los que viven.


[1] p.29 “No veo su cara de entonces, me acuerdo de su pelo canoso y de sus facciones envejecidas de ahora y no quiero imaginarla, igual que no quiero pensar que mi padre no es invulnerable al tiempo ni acordarme de mi abuelo Manuel y de mi abuela Leonor varados en un sofá como en la sala de espera de la muerte(…)”

[2] p.4 “Recordó el sonido del llamador en la casa de sus padres y sólo entonces tuvo conciencia exacta del gran abismo de lejanía que lo separaba de la ciudad donde había nacido: rascacielos, puentes de metal, paisajes industriales, aeropuertos, océanos, continentes nocturnos donde los ríos brillaban bajo la luna y las ciudades parecían estrellas de hielo, días y meses de viajes oblicuos sobre las manchas de colores puros de los mapamundis que él interrogaba de nińo como asomándose desde un acantilado de vértigo a la extensión de la Tierra”

[3] p.33 “Lo guarda todo dentro de sí misma vigilante y callada como si no hubiera ninguna herida que el tiempo pudiera mitigar.”

[4] p.38 “Miro sus caras y tengo la sensación de que nunca los he conocido verdaderamente, de que nunca he sabido cómo eran, quiénes son fuera y lejos de mí, de qué se acuerdan, qué saben, cómo vivían en las edades oscuras del hambre y del terror, no hace siglos, sino ańos, no muchos, un poco antes de que yo naciera(…)

[5] p. 3

[6] p. 5 “(…)en la banda iluminada de la radio donde están los números y los nombres de las emisoras y de las ciudades y remotos países de donde algunas proceden(…)”

[7] p.6 “(…)la Casa de las Torres,donde vivió sola y enajenada la guardesa que encontré una vez la momia incorrupta de una mujer muy joven que según mi abuelo Manuel había sido cautivada y emparedada por un rey moro.”

[8] p.29 “Con esa voz ahora tan débil que yo no reconozco en el teléfono murmura buenas noches y mi madre, que se quedará a tejer punto, o a intentar la lectura difícilmente silabeada de un periódico, o a esperar que yo llame desde un país donde aún es de día, le contesta, si Dios quiere, y lo ve alejarse por el portal bajo el agobio de la anchura de baúl de sus hombros, le recuerda que dé la luz, no vaya a caerse, que tenga cuidado en la escalera, que no lo corre nadie, muy pronto ya no podrá subirla sin ayuda y habrá que ponerle una cama en la planta baja, porque ella es incapaz de sostener ese cuerpo tan desmadejado y tan grande que cada día pesa más(…)”

[9] p. 29 “No me acuerdo de su cara y huyo de la culpabilidad de imaginarme cómo será ahora mismo su vida, el progreso de la vejez, el dolor de las articulaciones, la dificultad de subir las escaleras, de mantener limpia la casa, ella sola, sin la ayuda de nadie, de cargar la leńa para encender el fuego antes del amanecer, de cuidar y vestir y lavar a mis abuelos, la ciega obligación del trabajo a la que se ha inmolado desde que tuvo uso de razón(…)”

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Prácticas literarias en la era de la información

Asignatura del Grado de Estudios Hispánicos, coordinada por Jaume Peris Blanes (Universitat de València)

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Esta página es una parte de la asignatura ¨Prácticas literarias en la era de la información¨ y me va a servir para expresar mis pensamientos acerca de este tema